domingo, 29 de noviembre de 2009

El clásico

Nervios. Tensión. 22 jugadores, dos entrenadores, un estadio a rebentar y medio país en vilo. Incluso los que no somos ni de unos ni de otros esperamos la llegada de El Clásico. El eterno enfrentamiento entre, en teoría, las dos grandes fuerzas del fútbol español.

No es sólo fútbol. Esta tarde millones de personas estarán pendientes de la pantalla del televisor. La gran mayoría vive como propios los pases de Xavi, Kaká, Iniesta o Lass. Se le eriza la piel cuando su equipo trenza una magnífica jugada que acaba en gol. Sufre con las paradas de Casillas o las llegadas al área de Valdés. Les duelen las patadas como si las recibieran ellos. Se indignan, se enfadan con el contrario o con el árbitro en algunas ocasiones. Incluso con los suyos en algunas otras.

El fútbol es una manera de sentir, de entender un deporte. Es pasional. Es un sentimiento. Las carreras desde el medio del campo hacia la portería rival nos aceleran el pulso. Puede parecer banal, pero la victoria de nuestro equipo nos hace felices, nos aporta una alegría inconmensurable que no todo el mundo sabe comprender. Ganar un título es alcanzar esta felicidad en su máxima esencia. Permite que los hombres lloren y no se les tome por sensibles.

Hoy es uno de estos días. Hoy a la hinchada se le permite todo, gritos, cánticos, abucheos. Hoy a los jugadores se les exige el máximo: que arenguen a la afición a vivir como nunca los 90 minutos de juego. Hoy, esperemos que sea una gran tarde para el fútbol.

Hoy juegan el Barça y el Madrid, pero lo van a vivir todos los aficionados del esférico. Hoy es un partido para los amantes del fútbol que provoca taquicardia. Hoy es el día para disfrutar del fútbol.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Mi chasco con Luna Nueva

Está claro que la saga Crepúsculo es una máquina imparable de hacer dinero. Los cuatro libros de la escritora Stephenie Meyer han recaudado cifras millonarias, como ya lo hicieron otros tomos adolescentes del estilo de Harry Potter (de la que me considero una absoluta fan) o la trilogía Eragon. La adaptación al cine de la primera entrega, Crepúsculo, fue un absoluto éxito, ya que un recortado presupuesto consiguió una recaudación más que sorprendente.

Acudí el año pasado a ver la mencionada película, el primer fin de semana que estaba en cartelera. Recuerdo que cada vez que aparecía Robert Pattinson a escena, es decir, el vampírico protagonista de los libros (que por cierto ya participó en una de las pelis de Harry Potter), alias Edward Cullen, la sala se llenaba de grititos agudos, bastante patéticos diría yo, y que no cesaron hasta el último fotograma. La película no me pareció una obra de arte, pero me hizo pasar el rato, era bastante romántica y pese a una realización mediocre, tenía un pase.

Cual fue mi tamaña sorpresa al acudir, en esta ocasión al cine para ver la segunda entrega, y encontrar que entre los asistentes, se encontraría aproximadamente una media de edad entre los 28 y 30 años. Vale que era miércoles y en sesión de las diez, pero sigue siendo un hecho sorprendente. Ahora llega el momento de narrar mi desilusión y decepción con la secuela Luna Nueva, una apología de la tontería adolescente y de los músculos de los hombre-lobos.

Debo decir que mi hermana y mi madre son dos de esas fans histéricas y dogmáticas sobre todo lo que tenga que ver con Crepúsculo y más particularmente con Robert Pattinson. La primera ya había visto el filme (el día del pre-estreno, para más inri), y volvió a casa encantada con la película. La segunda está más que deseosa por hacer lo propio, y pese a mis opiniones desfavorables sobre la cinta, su fe sigue intacta. Aunque esta sea la situación en mi casa, yo volví del cine con la sensación de haber visto un largometraje chorra, pero que está rompiendo récords y siendo un taquillazo total.

¿Qué no me gustó de la película? Para empezar, la banda sonora de la primera entrega era mucho más brillante y cuidada en comparación con la de la segunda cinta, en la que no toma casi protagonismo. Me mata el victimismo recurrente de Bella, la humana enamorada del vampiro atractivo, que no sonríe una vez en toda la cinta y sólo sabe poner cara de circunstancias. Me cansa un hilo conductor contradictorio y poco creíble (ya sé que estamos hablando de una película de vampiros, pero es que tiene tan poca coherencia...). Pese a que sea una alegría para la vista, proclamar al viento que Jacob, el amigo lobo de Bella, ha ido al gimnasio día y noche teniéndole en pantalla sin camiseta me parece tan comercial que es incluso algo triste. Hay una escena que perpetra esto, hilarante diría yo, en la que Bella tiene un accidente de moto, y como sangra ligeramente por la cabeza, Jacob decide quitarse la camiseta, marcar bíceps y socorrerla. Tal cual el anuncio "Cuando estás orgullosa de tu cuerpo, se nota".

De hecho, llegué a aburrirme, y eso que yo soy la típica que se traga todas las americanadas disponibles y no le hace ascos a títulos como Una rubia muy legal, Ella es el chico o 12 en casa. Pero bueno, sé que aunque a mi no me gustara, va a ser la película líder hasta pasadas las navidades y que va a hacer mucha caja, y no sólo con un público adolescente. Os dejo el trailer y ya os decidís por vosotros mismos.

Aquí queda mi opinión. Ya os contaré que me parece la tercera parte...

lunes, 23 de noviembre de 2009

La no típica comedia americana

No piensen que La cruda realidad es la típica comedia romántica americana; efectivamente es una comedia, es romántica y es americana, pero no es la típica. No responde a los usuales tópicos de este tipo de filmes y es una auténtica gozada para el espectador, tanto para él como para ella. No vayan al cine esperando encontrar algo similar a los bastardos de Tarantino, pero hace pasar un rato más que agradable y no es ninguna pérdida de tiempo.

Se trata de la típica película que ves anunciadísima en trailers, televisión y demás, y que piensas "uy, tanta promoción... muy buena no será". Recalco, no es ninguna joya del cine, ni contemporáneo, ni pasado ni futuro, pero es realmente divertida y aporta 97 minutos de evasión garantizada.

Los protagonistas, por supuesto, son renombradas estrellas hollywoodienses, lo que contribuye a pensar que el filme es más comercial que la Coca-Cola. Katherine Heigl, la guapa Izzie Stevens de Anatomía de Grey, y a la que ya hemos podido ver en otros largometrajes de corte similar, como 27 vestidos o Lío embarazoso (ésta última aún sigue menos el estereotipo de comedia americana... a ver si algún día hablo más de ella), acompañada de unos de los actores de moda, Gerard Butler. A lo mejor les suena, pues es el marido de Hillary Swank en la no menos romántica Postdata: Te quiero, y últimamente se ha rumoreado que ha mantenido un affaire o relación con Jennifer Aniston.

A grandes rasgos, Heigl es una soñadora productora de televisión que sigue esperando la aparición de su príncipe azul, y Butler encarna al soltero malote y socarrón, que odia las relaciones y no cree en el amor verdadero. Al principio todo parece claro, pero cuando entra en juego el vecino de Heigl, un doctor macizo (remitiendome a la mencionada serie médica) y que estereotipa al hombre perfecto, la cosa se pone complicada.

Lo mejor de la película, son las idas y venidas de los protagonistas, las verdades (algunas bastante dolorosas) sobre las relaciones entre hombres y mujeres, venidas siempre del macho cabrío que representa Butler, pero sobretodo, la escena estelar de las bragas vibradoras. Dejo un vídeo para que se comprenda mejor a qué me refiero.

Lo dicho, si tienen tiempo y no les apetece cine del complicado, ahí tienen La cruda realidad.


domingo, 15 de noviembre de 2009

¡Qué escandalosa es la masturbación!

Aún no había tratado temas sexuales en el blog, pero ha llegado el momento. "Polémica por una campaña de educación sexual de la Junta de Extremadura". Para variar, el PP y algunas asociaciones de padres, en contra. En mi opinión, en una actitud de tocapelotas, nunca mejor dicho.

La campaña en cuestión, que recibe el nombre de 'El placer está en tus manos', dice la Junta que trata de potenciar la educación afectivo sexual, intentando promover entre los jóvenes buenas prácticas sexuales, un acercamiento a juguetes eróticos y a ese gran tabú llamado masturbación. Onanismo. Tocarse, para ser más llanos. Ya en la época de Antonio Alcántara, en el Cuéntame profundo, se amenazaba a los jóvenes con una ceguera permanente o brotes de acné por tocarse. Pues se ve que seguimos con la misma mentalidad de hace unos cuarenta años.

No es que me las quiera dar de liberal o super moderna, pero para mí, estas campañas deberían ser casi obligatorias para todos los adolescentes, no sólo en Extremadura, ya que estoy segura de que ayudaría mucho a la gente joven, inexperta, y que normalmente no encuentra en casa las respuestas a las miles de preguntas que tiene en la cabeza. Escudándose en la típica frase "la juventud es que ahora está muy informada..." los adultos, el Ministerio de Educación, y en consecuencia, los educadores, se han olvidado que por el hecho de que las sociedades avancen, exista Internet, el porno y la experiencia de los amigos, los adolescentes siguen siendo igual de novatos que siempre.

Esta campaña le ha costado a la Junta extremeña 14.400 euros, cifra que los representantes del Partido Popular consideran un "despilfarro". A mí no me parece que sea un malgasto de dinero, e insisto en que ésta debería ser la primera de muchas propuestas similares. Me cuesta entender porqué todo lo que se relacione con sexo se ve tan escandaloso, inmoral y se tienda a alejar de la infancia o la juventud. El sexo siempre es peor que la violencia. De hecho, yendo hacia el terreno periodístico, la nueva Ley General del Audiovisual, recientemente aprobada, prohíbe toda emisión de pornografía sea la hora que sea y sea el canal que sea. De la violencia gratuita, sangre, referencias a muertes o demás, no se muestra tan quisquillosa.

Sinceramente, en el año 2009 me sobra tanta tontería. Estas actitudes estúpidas con respecto al sexo por parte de políticos, padres, profesores y un largo etcétera, me parecen fuera de lugar. ¿Qué tiene de malo disfrutar del sexo ya sea solo, en pareja, en un cuarteto, mientras haya respeto y se cuiden ciertos baremos de higiene y seguridad? ¿Acaso todo estos políticos, padres, profesores, etc, no se han tocado, masturbado en su juventud, y no han disfrutado y disfrutan del sexo?

Lo importante no es transmitir a los niños que el sexo es "caca", a los jóvenes que "eso no se hace hasta que no seas más mayor", que "hay que llegar vírgen al matrimonio" (esa frase nos la tragamos sobre todo las chicas...). Lo importante es transmitir valores de respeto para uno mismo y hacia el otro, entender que el sexo es una práctica natural y tratarlo con la mayor normalidad posible.

"Mamá, ¿qué es un orgasmo..?"

jueves, 12 de noviembre de 2009

Hospitales

Esta mañana he tenido que ir al hospital para visitar a un amigo de la familia, muy querido por mí, que está ingresado desde hace unas semanas y que aún le queda otro tanto que aguantar, pero que por suerte se encuentra en un buen estado de salud.

Al entrar, he aterrizado de nuevo en el mundo hospitalario. He de decir que no soy una visitadora frecuente de estos lugares, y que la última vez que paseé por esos pasillos fue el pasado febrero. Aunque en mi etapa de futbolista me pasé muchas horas esperando que alguien reconociera mi dolorido tobillo - esguince, segundo grado, hielo y reposo quince días -, mi recuerdo distaba mucho del ambiente que me he encontrado hoy, y que ya saboree en febrero, pero en menor escala.

Qué poco me gustan los hospitales. La atmósfera es horrorosa. Los pasillos llenos de gente, familiares de los enfermos, normalmente con la cara y la moral por los suelos. Las batas blancas y uniformes verdes circulan con total libertad, prácticamente ajenos a esas tragedias que les rodean a diario. El ambiente es gris, el silencio roto por murmullos preocupados y preocupantes. Se podría decir que se palpa la muerte. Por no ser tan drásticos, digamos que se palpa el drama.

Es difícil encontrar a alguien sonriendo. Sales del hospital y por lo menos ese día, no eres la misma persona que antes de poner un pie en ese santuario de la medicina, la infección, las bacterias, los enfermos, las enfermedades y la muerte.

Cuando estaba allí, he dado gracias de haber sido siempre una persona 'de letras', poco habilidosa con las matemáticas y las tres ciencias. De la que me he librado. Yo creo que como los toreros, la gente que trabaja en los hospitales, está hecha de una pasta especial. Los que no tengan esta pasta especial de serie, se 'convertirán' al poco tiempo de entrar a trabajar en un uno de estos edificios. Metamorfosis sanitaria.

Lo más gracioso del asunto, es que alguna vez he tenido la tentación de meterme a matasanos. ¿Cuándo? Pues cuando va a ser, viendo en la tele las trepidantes aventuras del Seattle Grace en la famosa serie americana "Anatomía de Grey". Con médicos tales como el Doctor Macizo y los líos amorosos del lugar, como para no querer encontrar mi vocación perdida hacia el bisturí. Eso sí, era acabar el capítulo correspondiente, y cuarenta minutos más tarde volvía a la realidad periodística.

Otra serie de esta índole, made in Spain y por supuesto con un presupuesto, efectos y elenco más a la baja, y que seguí fervientemente durante un tiempo, es "Hospital Central". ¿Dónde están esos médicos tan comprometidos con su profesión, preocupados por la ética y la moral, el buen hacer sanitario y el problema de cada paciente? , me rio yo de todo eso. La comparación con la realidad es hilarante, casi ridícula.

Concluyendo, que no me gustan nada los hospitales, y prácticamente nada que tenga que ver con ellos. Ojalá no tenga que volver por allí en mucho tiempo...

martes, 10 de noviembre de 2009

Qué ocurre cuando no sé qué escribir

Cuando empecé este blog me propuse escribir cada día al menos entre semana, pues ya presumía que los sábados y domingos me iba a ser más complicado encontrar el momento de situarme delante de la pantalla del ordenador más de treinta minutos seguidos.

Con este propósito, anoche me plantee la posibilidad de escribir sobre la victoria por 1-0 del Real Madrid sobre el Alcorcón, que me dió el placer de ver fuera de la Copa del Rey al club que se ha gastado 270 millones de euros en super fichajes este verano. Ya sabéis, "El gustazo de ver perder al Real Madrid", al que me referí en una entrada anterior. Pero era demasiado repetitivo, redundate y cruel (aunque eso no me preocupa demasiado si se trata del club merengue, seguidores madridistas, etc).

Así que aparqué esa tarea para hoy, con la intención de encontrar una idea mejor de la cual escribir. No la he encontrado. Y eso que tengo una escueta lista en la que aparecen algunos temas que me gustaría tratar, pero que hoy en particular, no me motivaban demasiado. Y esto es lo que pasa cuando no sé qué escribir, que no se me ocurre solución más lógica que hablar precisamente de aquello que suelo hacer al redactar.

Siempre me ha gustado escribir, pero nunca he sido una persona con una vocación clara por la escritura de ficción. De hecho, no me creo con la capacidad de construir una historia. Tengo una imaginación algo atrofiada: soy una gran soñadora y en mi cabeza revolotean muchos pájaros, pero nunca he sido una gran contadora de historias. Lo que mejor se me da es escribir sobre cosas que me gustan, que normalmente ya conozco, con un marcado perfil (auto)biográfico.

Así que casi siempre supe que podría dedicarme al periodismo, y digamos que el sueño de ser escritora permanece algo aletargado y en un segundo plano. Hay que ser realista. Por tanto, mis rutinas a la hora de escribir no son las del devoto novelista, historiador o investigador, pero son las de alguien que disfruta ensamblando frases y juntando palabras según necesidad.

Al igual que cuando conduzco, como ya he explicado en la entrada "Sí, me gusta conducir", lo que más me gusta para escribir es la música. Para según que textos, lo que es incluso mejor que la música, es el silencio, y os aseguro que encontrarlo en mi casa es muy difícil en muchas ocasiones, por lo que siempre acabo tirando de horas intempestivas para hallar la inspiración. Volviendo al tema musical, no todas las canciones sirven. Especialmente tengo que eludir las muy movidas, que me incitan a bailar, las que me sé muy muy bien, ya que no puedo evitar cantarlas (y eso que no es que tenga una gracia especial), y el volumen no puede ser muy alto. Me ayudan los temas melódicos, algunos románticos, de índole clásica o instrumental. Y mi gran secreto es iTunes: esa gran herramienta que me tiene preparada una lista con mis canciones más escuchadas. PLAY y a crear.

Últimamente mi favorita es 'There she goes", del mítico grupo The La's. Tengo una tendencia que no puedo reprimir por la música remember, y otro grande al que escucho mucho es Serrat. En la escueta lista que he mencionado antes se encuentra en primer lugar, y espero algún dia encontrar el tiempo y el estado de ánimo para escribir sobre él.
Mi soporte favorito, y será que soy hija de la generación de la tecnología, es el ordenador. Cuando era más pequeña (si se puede decir eso con 19 años), solía apuntar mis ideas sueltas, algunos poemas - por llamarlos así, pero de poesías tienen bien poco -, escritos o similar, en alguna libreta que tenía por la habitación. Pero en cuanto entró mi primer portátil en mi vida, se acabó la etapa 'analógica' y comenzó la digital.

Es primordial que la puerta de mi habitación esté cerrada. Soy bastante quisquillosa con cualquier ruido. Además, teniendo en cuenta que en mi casa podemos encontrar dos perros, una hermana adolescente, un padre alborotador y una madre con vocación de cantante, dos teles y cuatro ordenadores, la contaminación acústica está a la orden de día. Ya os he dicho que el silencio es casi una utopía.

Necesito mucha luz. Si es de día, la persiana debe estar subida hasta arriba, y lo mismo con el estor. Si es a partir de la tarde-noche y empieza a oscurecer, enciendo la luz del techo. Y el toque final, el flexo apuntando hacia el ordenador. Sí, soy un poco pesada para algunas cosas, pero son las costumbres que he adquirido con el paso de los años.

Me gusta que la mesa esté bastante ordenada (dentro del desorden que ésta supone), tener agua a mano y si se trata de una sesión de escritura 'seria', suelo traerme algo para picar o incentivarme a la escritura. Después de todo estos requisitos, abro una página en blanco de Word, trato de no distraerme mucho con las webs lúdicas de Internet (tuenti, sobre todo), y llega el momento de creación.

Otro día os cuento cúando descubrí que servía para esto de las letras y las palabras y porque escribo cómo escribo. Lo apuntaré en la lista.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Celda 211

¿Qué vemos hoy? La típica pregunta que hacemos siempre a la puerta de las taquillas del cine. Suelen haber tiras y afloja, argumentaciones, alguien que cede, alguien que se enfada... Son las escenas clásicas que se dan ante el gran acontecimiento de elegir película.

El domingo no sabía qué ver, no tenía en mente ningún film de la cartelera, y esta vez cedí yo para entrar a ver Celda 211. Como ya he comentado en otras ocasiones, no soy muy fan de la violencia y la sangre en las películas, y esperaba que este thriller carcelario firmado por Daniel Monzón tuviera otros alicientes además de los ya mencionados. Y de hecho, los tiene. Está triunfando en la taquilla y ya ha desbancado al Ágora de Alejandro Amenábar, y sigue escalando puestos.

Tiene un cartel fantástico, con nombres como los de Carlos Bardem, Marta Etura o Antonio Resines, pero sin duda la estrella del largometraje es Luis Tosar, que comparte el protagonismo de la trama con el argentino Alberto Ammann. Su actuación es brillante, cada centímetro de su cuerpo transmite la furia de 'Malamadre', el capo y cabecilla de la cárcel, culpable del motín sobre el que gira el film. El guión está bien ensamblado, alternando el presente y breves escenas del futuro, además de todo lo que se cuece más allá de la galería penitenciaria. Lo realmente inquietante de la película es la mala gestión de la administración de la cárcel, la corrupción y violencia gratuita de los funcionarios, la pasividad que se muestra por parte del negociador y la incompetencia del Ministerio. ¿Si se diera una situación de este tipo en una cárcel hoy día, ocurriría esto? Pues vaya.
Quedémonos con la acción, el interés constante y las sorpresas del largometraje. Pensando, eso sí, que por ahora, se trata sólo de ficción.


[Link a Entrevista a Alberto Ammann, uno de los protagonistas de la cinta.]

cosas, Gente

Todos tenemos días buenos, días malos. En estos últimos, nos parece que no tenemos a nadie, que somos insignificantes. Últimamente, los días buenos, y los muy buenos, invaden mi vida. Soy feliz.

Me he dado cuenta de que el pesimismo que nos recorre el cuerpo en los días malos es muy traicionero, y saca lo peor de nosotros, al menos saca lo peor de mí. Provoca que aparezcan en volcán todos mis miedos, que me sienta decaída y que me encuentre fuera de lugar. Lo genial de los días buenos, es darse cuenta de que al contrario de lo que pensamos en los días malos, es que tenemos cerca a mucha gente que nos quiere, que nos valora, que nos aprecia.

Hoy en día solemos dar mucha importancia a las cosas. Materialismo. Soy materialista, siempre lo he sido, pero estoy descubriendo que me estoy haciendo una amante de la Gente (con 'g' mayúscula). De los amigos, los familiares, los compañeros. Toda esa gente que me rodea y que en los momentos más importantes, en los días buenos, me han dado su apoyo, me han demostrado su amor y me han hecho sentir importante.

Por supuesto, muchos de ellos son los que están también en los días malos, lo cual valoro bastante, ya que mis días malos son muuuuy malos.

Esta Gente hace que las cosas (con 'c' minúscula) pasen a un segundo plano. Una sonrisa, una mirada, un gesto especial, hacen mucho más por mí que lo que hacen otras cosas. Está claro que me encanta subirme al autobús escuchando mi iPod, pero a la larga no me aporta nada particular. Podría no escuchar música en ese trayecto, podría vivir sin iPod. Pero no podría vivir sin toda esa Gente, porque me hacen ver que no soy insignificante, que mis intentos de ser una buena persona, una buena amiga, hija, hermana o novia, no quedan en balde.

Qué bien me hacen sentir los días buenos. Cómo me gusta saber apreciar la importancia de toda esta Gente. Porque en la vida, el que tiene cosas y no tiene Gente, no tiene nada.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El insalvable ‘Sálvame’

Mireya Lázaro y Paula Civera. - Ya lo dice la canción que abre el programa, “por favor, sálvame”, pero es que no hay nadie capaz de salvar este despropósito que tanta audiencia consigue para la sorpresa de muchos. Los ingredientes son la Esteban en plena esencia, personajes del corazón de lo más variopintos, sensacionalismo y muchas ganas de hacer el payaso. Todo esto orquestado por un resanado Jorge Javier Vázquez, que parecía terminado después de que el programa que le hizo famoso, el célebre ‘Aquí hay tomate’, acabara, y que ha sabido resurgir de sus cenizas para ofrecer un nuevo espacio rosa con contenidos que dejan bastante que desear.

No todo el mundo apostaba por el éxito de esta propuesta para la sobremesa de Telecinco, pero pasmosamente se ha hecho con el control de la parrilla en esa franja horaria y encumbrado a J.J (cariñosamente), a lo más alto, pues ha recibido un Ondas al mejor presentador. Quien lo iba decir, viendo como manipula a los colaboradores cual marionetas. Les riñe, castiga, echa del programa e incluso obliga a bailar y cantar.

Además, cuenta con su propio alter ego, ‘Sálvame Deluxe’. Por si no tuviéramos suficiente con verlo a diario, los viernes tenemos la suerte de disfrutar de una doble sesión, tarde y noche. Si cabe, ésta es aún más absurda que el Sálvame original. Con eso de que “ya no estamos en horario infantil…”, hacer burradas, el cafre y soltar insultos parece que sea mucho más fácil. Y por supuesto, la estrella principal de este show, es, como saben, la magnífica Belén Esteban, que dejó su puesto de las mañanas junto a AR (Ana Rosa, pero poner las iniciales es más cool), para convertirse en la indiscutible reina de las tardes.

Ya saben, si quieren disfrutar del circo sin salir de casa, hagan palomitas, siéntense al sofá, y prepárense para deleitarse con televisión de calidad, contenidos de nivel y profesionales renombrados. Que podríamos esperar de una cadena que pertenece a Berlusconi.

Sólo nos queda decir, ¡arriba la Esteban!

Publicado previamente en http://www.uvalencia.info/

martes, 3 de noviembre de 2009

Sí, me gusta conducir

No es un sentimiento generalizado, y mucho menos en mujeres, pero desde el primer día que puse un volante entre mis manos supe que conducir es una de las cosas que más me gusta hacer. Al principio me parecía que era difícil coordinar tantos movimientos, pero en cuanto me adapté, me dí cuenta de que cuando conduzco, me evado, me desahogo, me siento como quien dice, libre.

Hay quien dice que conduzco un poco a lo loco, y yo creo que hasta cierto punto es verdad. Muchas veces precipitada y sin pensármelo dos veces: creo que es un paralelismo con mi manera de ser. Tampoco soy una temeraria, pero sí, me gusta mucho apretar el acelerador.

Sé que hay mucha gente que le tiene miedo a conducir, un temor que se conoce como amaxofobia, y que afecta a un porcentaje de la población bastante elevado, exactamente, sobre el 64% de las mujeres y el 36% de los hombres lo padecen. Además, de entre los conductores el 33% se ve afectado por este estrés o ansiedad que se vive al volante.

Siempre he intentado tener empatía con los demás y entender cómo se sienten en determinados momentos. Respeto muchísimo a todos aquellos que padecen esta amaxofobia, pero me alegro mucho de no tener en absoluto ninguno de los síntomas que se presentan, y de disfrutar de esta manera tan mía de aquellos momentos que paso dentro de mi coche. La ciudad no es mi hábitat preferido, como tampoco lo son las autopistas o autovías; los mejores tramos son aquellos que tienen pocos semáforos, curvas no muy pronunciadas y buena gravilla.

Me gusta, además, sentir que domino el coche cuando freno, cuando cambio una marcha ya sea para acelerar o reducir, y me declaro totalmente en contra de los cambios automáticos, muy de moda últimamente, por muy cómodos que resulten.

El mejor complemento a la hora de conducir, es la música. Ya sea la radio o mis propias selecciones, me encanta acompañar cada tramo con canciones que normalmente van en consonancia con mi estado anímico. Lo redondo es conseguir emparejar un buen viaje con un buen CD recopilatorio, y sentarse a disfrutar.

No siempre es fácil transmitir con palabras lo que se siente en ciertos momentos, y aunque lo he intentado, creo que el famoso anuncio de BMW “¿Te gusta conducir?” expresa perfectamente esa sensación que me recorre el cuerpo al conducir. La genialidad de dejar atrás kilómetros y kilómetros de cemento, atardeceres, luces, árboles… todo aquello que encuentras en el camino.

Sí, me gusta conducir.

El gustazo de ver perder al Real Madrid

Siendo sincera, nunca he sentido simpatía por el Real Madrid. Son de esas cosas que en tu casa se palpan desde la infancia, un sentimiento bastante propagado en Valencia en general y del que no me siento en absoluto avergonzada. Se podría incluso decir que soy antimadridista.

Sé que no está muy bien hacer leña del árbol caído y todo eso. Sé que como seguidora del Valencia soy la primera que debería callar, porque hemos sido eliminados de la Copa del Rey en algunos campos de peor categoría que el del Alcorcón. Pero da tal gustazo poder hacer burla de que un Madrid galáctico, estratosférico, de otro universo, celestial… y un sinfín de adjetivos que podemos encontrar a diario en MARCA, se lleve el batacazo del siglo y se vaya con cuatro churrascos y el rabito entre las piernas de vuelta a casita Bernabéu. Repito, qué gustazo.
Y es que el Real Madrid no jugó con media cantera y cuatro utilleros en el campo del Alcorcón. Con un once inicial casi de gala, que bien podría jugar una eliminatoria de Champions, sufrió y mucho ante un conjunto ordenado y serio que sacó a relucir las miserias de un equipo con un presupuesto de 400 millones de euros. Un equipo que ha gastado más de 200 millones de euros en fichajes made in Florentino este verano. Un equipo que ha hecho el fichaje más caro de la historia del fútbol invirtiendo 94 millones de euros en el crack del balón Cristiano Ronaldo, que además vende muchas camisetas y da mucho dinero, qué casualidad. Aunque bueno, quizás la ausencia de este adonis del esférico fuera la causa de tan bochornosa derrota, aunque que yo sepa, de toda la vida, un equipo lo forman once y no uno. A lo mejor es que se han acostumbrado a que Iker Casillas les salve los puntos bajo del larguero.
El ‘Alcorconazo’, como lo denominó el periódico EL PAÍS, ha sido el evento deportivo del año desde que el Barça ganó el triplete. Aunque ahora el Madrid de Floren y el ‘labias’ Valdano se rehaga y gane todos los títulos habidos y por haber, como proclama la prensa amiga madrileña, yo ya habré vivido mi momento de gloria. Porque ver las palabras “ridículo”, "vergüenza" y “humillación” en MARCA y AS es incluso más de lo que cualquier antimadridista pudiera desear.
Un gustazo.