martes, 10 de noviembre de 2009

Qué ocurre cuando no sé qué escribir

Cuando empecé este blog me propuse escribir cada día al menos entre semana, pues ya presumía que los sábados y domingos me iba a ser más complicado encontrar el momento de situarme delante de la pantalla del ordenador más de treinta minutos seguidos.

Con este propósito, anoche me plantee la posibilidad de escribir sobre la victoria por 1-0 del Real Madrid sobre el Alcorcón, que me dió el placer de ver fuera de la Copa del Rey al club que se ha gastado 270 millones de euros en super fichajes este verano. Ya sabéis, "El gustazo de ver perder al Real Madrid", al que me referí en una entrada anterior. Pero era demasiado repetitivo, redundate y cruel (aunque eso no me preocupa demasiado si se trata del club merengue, seguidores madridistas, etc).

Así que aparqué esa tarea para hoy, con la intención de encontrar una idea mejor de la cual escribir. No la he encontrado. Y eso que tengo una escueta lista en la que aparecen algunos temas que me gustaría tratar, pero que hoy en particular, no me motivaban demasiado. Y esto es lo que pasa cuando no sé qué escribir, que no se me ocurre solución más lógica que hablar precisamente de aquello que suelo hacer al redactar.

Siempre me ha gustado escribir, pero nunca he sido una persona con una vocación clara por la escritura de ficción. De hecho, no me creo con la capacidad de construir una historia. Tengo una imaginación algo atrofiada: soy una gran soñadora y en mi cabeza revolotean muchos pájaros, pero nunca he sido una gran contadora de historias. Lo que mejor se me da es escribir sobre cosas que me gustan, que normalmente ya conozco, con un marcado perfil (auto)biográfico.

Así que casi siempre supe que podría dedicarme al periodismo, y digamos que el sueño de ser escritora permanece algo aletargado y en un segundo plano. Hay que ser realista. Por tanto, mis rutinas a la hora de escribir no son las del devoto novelista, historiador o investigador, pero son las de alguien que disfruta ensamblando frases y juntando palabras según necesidad.

Al igual que cuando conduzco, como ya he explicado en la entrada "Sí, me gusta conducir", lo que más me gusta para escribir es la música. Para según que textos, lo que es incluso mejor que la música, es el silencio, y os aseguro que encontrarlo en mi casa es muy difícil en muchas ocasiones, por lo que siempre acabo tirando de horas intempestivas para hallar la inspiración. Volviendo al tema musical, no todas las canciones sirven. Especialmente tengo que eludir las muy movidas, que me incitan a bailar, las que me sé muy muy bien, ya que no puedo evitar cantarlas (y eso que no es que tenga una gracia especial), y el volumen no puede ser muy alto. Me ayudan los temas melódicos, algunos románticos, de índole clásica o instrumental. Y mi gran secreto es iTunes: esa gran herramienta que me tiene preparada una lista con mis canciones más escuchadas. PLAY y a crear.

Últimamente mi favorita es 'There she goes", del mítico grupo The La's. Tengo una tendencia que no puedo reprimir por la música remember, y otro grande al que escucho mucho es Serrat. En la escueta lista que he mencionado antes se encuentra en primer lugar, y espero algún dia encontrar el tiempo y el estado de ánimo para escribir sobre él.
Mi soporte favorito, y será que soy hija de la generación de la tecnología, es el ordenador. Cuando era más pequeña (si se puede decir eso con 19 años), solía apuntar mis ideas sueltas, algunos poemas - por llamarlos así, pero de poesías tienen bien poco -, escritos o similar, en alguna libreta que tenía por la habitación. Pero en cuanto entró mi primer portátil en mi vida, se acabó la etapa 'analógica' y comenzó la digital.

Es primordial que la puerta de mi habitación esté cerrada. Soy bastante quisquillosa con cualquier ruido. Además, teniendo en cuenta que en mi casa podemos encontrar dos perros, una hermana adolescente, un padre alborotador y una madre con vocación de cantante, dos teles y cuatro ordenadores, la contaminación acústica está a la orden de día. Ya os he dicho que el silencio es casi una utopía.

Necesito mucha luz. Si es de día, la persiana debe estar subida hasta arriba, y lo mismo con el estor. Si es a partir de la tarde-noche y empieza a oscurecer, enciendo la luz del techo. Y el toque final, el flexo apuntando hacia el ordenador. Sí, soy un poco pesada para algunas cosas, pero son las costumbres que he adquirido con el paso de los años.

Me gusta que la mesa esté bastante ordenada (dentro del desorden que ésta supone), tener agua a mano y si se trata de una sesión de escritura 'seria', suelo traerme algo para picar o incentivarme a la escritura. Después de todo estos requisitos, abro una página en blanco de Word, trato de no distraerme mucho con las webs lúdicas de Internet (tuenti, sobre todo), y llega el momento de creación.

Otro día os cuento cúando descubrí que servía para esto de las letras y las palabras y porque escribo cómo escribo. Lo apuntaré en la lista.

2 comentarios:

  1. A mí, escribir también me supone toda esa retahíla de rituales :) ... y las dos de la mañana definitivamente es la hora perfecta para sentarse delante de una página de word!

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  2. Creo que leer esto la gente de clase nos es demasiado familiar. Siempre escucho música cuando quiero escribir, dependediendo de lo que quiera escribir oigo una cosa u otra. Quizás solo nosotros podemos entender cómo puedes "pasar página" con los problemas escribiéndolos sólo en un folio.

    Alicia.

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